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Antonio Durán (padre) y Antonio Durán (hijo), en la sede de Automotor Dursan

Antonio Durán (padre) y Antonio Durán (hijo), en la sede de Automotor Dursan

Empezó con un puñado de coches de importación que vendía en una pequeña nave de la calle de Segovia, en la zona industrial de Arganda del Rey, y ahora cuenta con cuatro grandes establecimientos desde los que oferta, en total, 400 vehículos a clientes de todo el país. Automotor Dursan es hoy una de las empresas más emblemáticas de Arganda, de esas que han sabido anticiparse al mercado y crecer a base de tesón, esfuerzo y defensa a ultranza de la calidad y el compromiso con el cliente.

La historia de Automotor Dursan no puede entenderse sin su fundador, Antonio Durán, miembro de una familia que se trasladó a vivir a Arganda del Rey desde el barrio de La Estrella. Su padre, que también se llama Antonio, había llegado a la capital para trabajar como director financiero de una empresa del sector de la confección, a la que dedicó 38 años para mantener a sus siete hijos. Y fue uno de ellos, Antonio, quien en 2004, después de trabajar un tiempo para una compañía inmobiliaria en Arganda y alrededores, decidió emprender su propio negocio de compraventa de vehículos.

Hasta entonces, Antonio Durán había hecho valer sus aptitudes comerciales en la compañía para la que trabajaba. «Vendía todo lo que se le ponía por delante», recuerda su padre. Aquella empresa hizo una incursión en el negocio del automóvil y, en 2004, Antonio vio que había llegado el momento de establecerse por su cuenta y montó el ‘embrión’ de Automotor Dursan, un negocio de distribución de vehículos de importación, sobre todo procedentes de Alemania, para empresas. «Los primeros seis meses ni siquiera teníamos un establecimiento. Después, en 2005 abrimos nuestras primeras instalaciones en la calle de Segovia. Pronto llegaron más grúas y portacoches y empezamos a tener empleados, y comenzamos a vender también a particulares», narra Antonio. El empresario argandeño recuerda cómo en noviembre de 2006, aún en la nave de la calle de Segovia, «vendimos 19 coches a otras tantas personas que habían oído hablar de nosotros, solo por el boca a boca. Fue increíble», recuerda.

Dursan acababa de sentar las bases para continuar creciendo, pero, cuando apenas acababa de terminar el despegue, sobrevino la crisis de 2007, donde el buen hacer del departamento financiero, respaldado por los conocimientos y la experiencia de Antonio Durán padre, jugó un papel fundamental. «Pudimos superarla porque no debíamos nada a nadie: todo nuestro ‘stock’ era de nuestra propiedad. Contábamos con cinco o seis empleados, y muy mal se nos tenía que dar para no poder mantenerlos», relata Antonio. Además de la solvencia financiera, el empresario señala también otros dos factores sin los cuales no habrían sobrevivido al ‘vendaval’ de aquellos años: «Honradez y rectitud». «En aquella época, nadie venía y se compraba un coche así, por las buenas. Si no hubiéramos mimado el producto y cuidado a cada cliente, nadie nos recomendaría. Y en aquella época, quienes llegaban porque necesitaban un coche venían, casi todos, recomendados por un familiar o un vecino», abunda Antonio.

Dursan se muda a la avenida de Madrid

Ya en 2013, el volumen de negocio pedía unas instalaciones acordes con su nueva magnitud. Y Automotor Dursan se trasladó al que hoy es el emplazamiento de su sede central, en la avenida de Madrid, 7. Para entonces, el movimiento de vehículos se hacía patente en la gran exposición con la que recibe a sus visitantes, con una venta dirigida ya casi por completo a particulares. Más tarde llegarían las nuevas aperturas en Burgos (2015), Torrejón de Ardoz (2017) y Majadahonda (2018).

«A día de hoy, 16 años después, continuamos distinguiéndonos de la competencia por los mismos motivos: la buena atención y la calidad», insiste Antonio. Es él quien aún se encarga personalmente de la compra de cada vehículo que después pone a la venta. «Conozco bien todos y cada uno de los productos que vendo; no me vale cualquier coche. Rara vez compro a particulares: me centro en vehículos de renting, muy cuidados y que hayan pasado sus revisiones con el servicio de mantenimiento oficial. Cada vehículo pasa por 280 puntos de control, que ponemos a disposición del cliente con la máxima transparencia posible. Y, ante cualquier contingencia que pueda surgir, no ponemos problemas: respondemos con nuestros propios medios», continúa. Dursan cuenta con sus propios talleres en Arganda del Rey y Torrejón de Ardoz, que son los que responden de la garantía de cada vehículo, en lugar de encargarla a terceros.

El vehículo de ocasión, bien valorado

Después de 16 años de trayectoria en el sector, Antonio tiene claro que la clave de su éxito ha sido valorar el producto y a nuestros clientes. «Cuando abrimos nuestro establecimiento en Burgos, los clientes preguntaban si los coches eran nuevos. El mercado de ocasión estaba, y sigue estando, muy menospreciado: se comercializan vehículos poco cuidados y, una vez vendidos, el vendedor se desentiende y remite al cliente a terceros para que se hagan cargo del cliente, que acaba mareado y con la idea de que un coche de ocasión es algo de mala calidad. Y no tiene por qué ser así», explica Antonio. Asegura el empresario que «es raro que una empresa de vehículos de ocasión permanezca más de cinco años en el mismo lugar y con el mismo nombre; suelen cambiar de denominación, aunque sea la misma persona la que continúa dedicándose a ese negocio. Nosotros seguimos en el mismo sitio, el teléfono es el mismo, y dieciséis años después seguimos siendo Automotor Dursan«, recalca. Por permanecer, continúan trabajando en la empresa varios empleados que conocieron las primeras instalaciones de la calle de Segovia, «y yo sigo siendo el mismo».

Y en 2020 llegó la pandemia. La segunda crisis para la empresa argandeña, más compleja si cabe que la anterior. Por suerte, la tabla de salvación, la venta de coches online, «no nos ha pillado por sorpresa». «Ya veníamos trabajando en esta línea desde hace tiempo; de aquí han salido coches hacia casi todos los puntos de Europa. Así que para nosotros no ha sido especialmente complicado adaptarnos a esta nueva demanda», prosigue Durán. Hoy día, cualquier cliente puede comprar un vehículo de Automotor Dursan desde cualquier lugar con todas las garantías, recibir imágenes y vídeos del vehículo, comprobar su certificado de garantía y recibirlo donde quiera en 48 horas desinfectado y con todas las medidas de seguridad anti-Covid.

En un escenario tan complejo como el actual, resulta difícil predecir el futuro, pero Antonio Durán tiene claro que pasará por la cesión de derechos de uso de vehículos, que irá ganando posiciones frente a la venta. Algo que ya es habitual en el mercado de vehículos nuevos y que irrumpirá con fuerza en el de ocasión. «De hecho, ya ofrecemos un producto de estas características: la Easy Cuota, que permite disfrutar de un coche por una cuota asequible al mes y cambiar de vehículo a los pocos años».

La herencia de Antonio Durán, padre: una vida de trabajo y honradez

 

Antonio Durán, padre, ha visto crecer la empresa de su hijo con su mirada experta en los negocios y en los vaivenes de la vida. Oriundo de Sevilla, perdió a su padre a los 7 años, y, tras una infancia de privaciones, comenzó a trabajar desde muy joven. «Mi prioridad era ganar dinero y poder dar a mi madre todo lo que necesitara», relata. A los 25 años se casó con su mujer, «de la que, 64 años después, sigo profundamente enamorado», y trabajó para el Banco de Sevilla, una compañía del Grupo Rumasa en Sevilla. «Después me fichó un empresario de Madrid, para llevar el departamento financiero de una empresa de confección que contaba con 300 empleados. Y allí me hice imprescindible», continúa Durán.

La familia se trasladó al madrileño barrio de La Estrella. Para entonces ya tenía 7 hijos, «lo más grande que hemos hecho mi mujer y yo en la vida, y había que pagar 7 recibos de colegio», prosigue Durán.

Más tarde, la familia se trasladó a vivir a Arganda del Rey, donde Durán continuó con su labor en el departamento financiero de la empresa. «Me enorgullezco de haber sido una persona honrada y humilde. Dediqué mi vida a mi trabajo; hice muchos favores a mucha gente, y he tratado de ser, en definitiva, una buena persona», añade. En 2004, con la incorporación de la segunda generación de empresarios a la compañía para la que trabajaba, Antonio Durán vio que su vida laboral allí había tocado a su fin, dado que su jubilación estaba muy cercana. Pese a ello, tres años después de jubilado, aún seguía vigente su poder solidario en la banca. «En agosto de ese año, mi hijo Antonio fundó Automotor Dursan, y yo puse a su disposición todo mi apoyo y todo lo que sé en materia financiera», recuerda.

Ahora, ya jubilado, a sus 81 años, rodeado de decenas de vehículos en el ‘corazón’ de la empresa que ha ayudado a crecer, Antonio recuerda su trayectoria como «toda una vida de trabajo y sacrificio». «Desde mi atalaya, veo la vida de hoy en día correr a toda velocidad. La vida hay que tomársela con calma, y ganársela a base de trabajo y honradez. Y eso es lo que siempre he querido transmitir a mis hijos», concluye Durán.

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