La agrupación de municipios Comarca de las Vegas ha presentado su stand en la Feria Internacional de Turismo de Madrid 2025 con una potente y variada oferta de experiencias que estriban entre la gastronomía, el comercio y la historia.
En el espacio de este año han participado los municipios de Ambite, Belmonte de Tajo, Campo Real, Carabaña, Chinchón, Colmenar de Oreja, Estremera, Fuentidueña de Tajo, Morata de Tajuña, Orusco de Tajuña, Perales de Tajuña, Pozuelo del Rey, Tielmes, Titulcia, Valdaracete, Valdelaguna, Valdilecha, Velilla de San Antonio, Villamanrique de Tajo, Villar del Olmo y Villarejo de Salvanés.
Un año más, la oferta gastronómica fue el plato fuerte de la propuesta de la comarca, poniendo en valor productos como el vino, el aceite, los quesos de oveja, las hortalizas, la miel o las famosas palmeritas de chocolate. No obstante, otros elementos se van a poner en valor como los zambomberos de Colmenar, los Mayos de Morata o la artesanía del esparto.
Pueblo a pueblo, Ambite mostró la feria medieval del caballero de Ambite, su palacio de los marqueses de Legarda, su encina milenaria, su iglesia de la Asunción, el monumento a los Ojos y el centro de Naturaleza. Belmonte de Tajo valoró la joya de su iglesia parroquial de la Asunción, junto a los chozos, el Museo Oleico, las rutas ciclistas y senderistas y el vino.
Aguas medicinales
Campo Real apostó este año por las doce estatuas que custodian su iglesia y la alfarería campeña, amén de sus aceitunas y quesos. Carabaña, por su parte, destacó sus famosas aguas medicinales, sus antiguas escuelas, el ara romana y sus 80 variedades de tomate.
Chinchón desplegó toda su artillería turística. Desde los balcones a la Pasión, y desde el teatro Lope de Vega al cuadro de Goya de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Y, por supuesto, su anís. Colmenar de Oreja hizo lo propio con el Museo de Ulpiano Checa, la iglesia parroquial de Santa María La Mayor, los jardines de Zacatín y el convento de La Encarnación. También, sus bodegas, sus pozas, sus patatas chulas, su carne al desarreglo y sus pelotas de fraile.
La villa ducal de Estremera recordó el camino de Uclés, el tren de los 40 Días, su canal y su órgano barroco, el más antiguo de la región. Y en Fuentidueña, sus ‘siete maravillas’ (la iglesia de San Andrés, la torre del reloj, el castillo de los Piquillos, la fuente salobre, el puente de Hierra y la vega del río) y su procesión fluvial, Bien de Interés Cultural.
Granjas de caracoles
Morata de Tajuña sacó músculo de su museo de la guerra civil y sus jornadas de la batalla del Jarama, el Museo de la Molinería y la Pasión. Y Orusco de Tajuña, cuna de la Orden Jerónima, sus afamados tomates y la Vía Verde del Tajuña. Perales de Tajuña expuso sus cuevas (con su centro de interpretación), la iglesia de Santa María del Castillo y el Telégrafo. Y Pozuelo del Rey, la remita de la Virgen de la Cabeza, la iglesia de Santo Domingo de Silos y sus rutas cicloturistas.
Las granjas de caracoles de Tielmes se mezclan con el Judas, el lavadero, el museo de las casas cueva y el museo casa y escuela rural. En Titulcia, su museo y yacimiento carpetano, el casco histórico reconstruido y el primer desnudo de la pintura española. Valdaracete vende sus anchoas, la iglesia de San Juan Bautista y la romería de los conductores. Y Valdelaguna, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y el Museo del Vino.
Valdilecha destaca por el espectacular pantocrátor de la iglesia de San Martín Obispo y su cabalgata de Reyes. Y Velilla de San Antonio, por sus espacios naturales, integrados en el Parque Regional del Sureste, y su vermut. Villamanrique de Tajo tiene su camino del Tajo, su huerta y su isla; y Villar del Olmo, la mejor miel de España y su iglesia románica a Nuestra Señora de la Antigua. Finalmente, Villarejo de Salvanés tiene las representaciones de la batalla de Lepanto, la torre del homenaje, el primer museo profesional de cine de España, la Casa de la Tercia y el convento de Nuestra Señora de la Victoria.
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