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La idea partió de los empleados de Ibermutua, empresa que cuenta con una sede en Arganda del Rey, y se extendió por las distintas delegaciones de la compañía por toda España hasta reunir a 37 voluntarios en una caravana formada por 17 vehículos. El objetivo: viajar hasta la frontera de Polonia con Ucrania para traer a España al mayor número posible de refugiados ucranianos que huyen del horror de la guerra tras la invasión perpetrada por Rusia.

Chus Izquierdo fue una de las voluntarias que se sumó a esta iniciativa solidaria surgida de los propios trabajadores de la empresa pero que contó con el apoyo y el respaldo de la compañía, facilitándoles una labor humanitaria que ha contribuido a sacar de Ucrania a nada menos que 83 personas, muchos de ellos niños.

Vecina de Rivas y trabajadora del centro de Arganda, Chus ha contado a Diario de Arganda cómo transcurrió esta ‘aventura’ no exenta de sobresaltos pero que, por suerte, ha tenido un final feliz tanto para los voluntarios que la impulsaron como para los refugiados ucranianos con arraigo que España que han podido reunirse con sus familias.

El origen

La acción se fue gestando de forma casi casual, primero con una campaña de recaudación de fondos para ayudar a las víctimas del conflicto bélico y, después, organizando un viaje a la frontera entre Polonia y Ucrania al que se apuntaron 37 voluntarios. Médicos, trabajadores sociales, psicólogos (profesión que desempeña Chus) o fisioterapeutas componían el equipo humano que se desplazó a Korczowa entre el 16 y el 21 de marzo.

Aportando sus propios coches y logrando la cesión de alguna furgoneta facilitada por empresas colaboradoras, finalmente el convoy humanitario partió rumbo a Polonia conformado por 17 vehículos para recorrer los 6.4000 kilómetros hasta la ciudad fronteriza. Más de 30 horas ininterrumpidas de viaje de ida que se convirtieron en 50 en la vuelta por un brote de gastroenteritis.

Del centro de Ibermutua en Arganda se apuntaron a esta acción solidaria dos voluntarios, una de ellos Chus Izquierdo y, el otro, su propio jefe. “Fuimos con dos chicos amigos de una compañera que son ucranianos para que tradujeran, pero antes de salir hicimos un listado que logramos a partir de grupos de Whatsapp, buscando gente y consiguiendo nombres de personas que necesitasen venir a España”, cuenta Chus.

Galería: así fue el viaje de estos voluntarios a la frontera con Ucrania

Una de las personas que logró salir de Ucrania, una joven de 32 años de edad, ya se encuentra en Arganda donde ha podido reunirse con su madre. “Donde solemos tomamos el café, el padre de esta chica habló con mi jefe y le dijo que tenía una hija en Ucrania. Mi jefe le dijo que salíamos la semana siguiente y así pudimos traerla. Me contó que dejó allí a su novio, a su padre, a sus primos… Se sentía en parte una traidora porque ha abandonado su país, así que además del desarraigo por haber dejado atrás a su familia tiene que sufrir la sensación de haber traicionado a su país”, explica esta voluntaria.

Refugiados

El convoy humanitario llegó a Korczowa con un “listado orientativo” de personas con vínculos en España, ya que “ había personas que no podían cruzar la frontera o que ya se habían marchado por otros medios”, señala Chus, quien además añade que “no queríamos traer gente y soltarlos en un refugio”. “Pusimos una especie de estand donde recibíamos a la gente, les pedíamos todos los papeles, no trajimos menores no acompañados salvo el caso de un niño de 13 años que vivía con su abuela y cuya madre residía en España, pero antes fuimos a la Guardia Civil para solicitar una autorización”, detalla.

Los voluntarios han podido sacar de Ucrania a cuatro adolescentes sordomudos “que no pueden combatir” y a quienes les está permitido por este motivo salir del país, y también a una mujer de avanzada edad con una hija en España y a la que hubo que trasladar tumbada en una caravana debido a sus problemas de movilidad, una situación que le impedía poder abandonar el refugio en el que se hallaba y reunirse así con su hija. “La trajimos con una silla de ruedas, y cuando se bajó nos quería devolver la silla; cuando le dijimos que era para ella, se echó a llorar”, narra Chus.

De vuelta en España

Una vez completado en camino de vuelta, buena parte de los 83 refugiados se quedaron en Burgos, mientras que otra parte se desplazó por sus propios medios desde Madrid a sus lugares definitivos de destino como Alicante o Murcia.

Además, 16 trabajadores de Ibermutua se prestaron voluntarios para acoger refugiados. Actualmente, hay siete familias de refugiados conviviendo con ellos.

El esfuerzo personal y el sacrificio altruista que han realizado estos voluntarios ha permitido, por tanto, que estas 83 personas hayan podido abandonar con seguridad el país ucraniano y reunirse con familiares, dejando atrás de momento el horror de la guerra a la espera de que el conflicto armado llegue pronto a su fin.

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