Ernest Hemingway, uno de los escritores más reconocidos del siglo XX, mantuvo una relación muy estrecha con España, y también con Arganda. Su primer contacto data de 1922 y, desde ese momento, el autor inició un idilio con nuestro país que le llevó a ser un personaje muy relevante en los círculos culturales madrileños.
En 1937, Hemingway regresa a España siendo ya un escritor de reconocido prestigio para desarrollar su labor como corresponsal de guerra de la agencia North America Newspaper Alliance y es aquí cuando es testigo de excepción de uno de los episodios más cruciales de la Guerra Civil: la Batalla del Jarama.
Este fue el inicio de la relación con Arganda del autor de obras tan importantes como ‘Por quién doblan las campanas’, ‘El viejo y el mar’ o ‘Adiós a las armas’, que forman parte ya de la historia de la literatura contemporánea.
El episodio de la defensa del Puente de Arganda fue, de hecho, uno de los momentos que más le impactaron, y que inmortalizó en el documental ‘Tierra española’ y en el libro ‘Por quién doblan las campanas’, después de visitarlo acompañando a las tropas que formaban parte de las Brigadas Internacionales.
El Puente
Este icono de la resistencia bélica es un puente metálico de vigas parabólicas de 162 metros de longitud construido sobre el río Jarama por el bilbaíno Manuel Victoria de Lecea en el año 1910. Se trata de una estructura de hierro formada por tres tramos de vigas unidas en la parte superior por un entramado metálico, y a cada lado, un paso para peatones protegido con barandilla de hierro.
El primer proyecto fue redactado por el ingeniero Enrique Calleja en 1884 con el fin de sustituir al puente colgante existente hasta la fecha, y que había provocado un buen número de accidentes. Dicho proyecto constaba de cuatro tramos de vigas parabólicas que debían apoyarse sobre las pilas y los estribos del anterior puente, y se encuentra en el Archivo del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
En febrero de 1905, la Dirección General de Obras Públicas adjudica por 360.000 pesetas al bilbaíno Manuel Victoria de Lecea la construcción de esta nueva estructura, que siguió el proyecto original de Calleja diferenciándose casi únicamente en el número de tramos de vigas parabólicas, construyéndose tres en lugar de los cuatro iniciales.
El nuevo puente se construyó en el mismo lugar que el anterior, aprovechando las pilas y los estribos de fábrica, y para facilitar el paso durante el tiempo que durasen las obras se levantó un puente de madera en las inmediaciones.
Este puente auxiliar, tal y como consta en el Archivo Histórico de Arganda, estuvo operativo hasta 1910, momento en el que se inaugura el nuevo convirtiéndose desde ese momento en uno de los referentes del municipio.
Guerra Civil
El Puente de Arganda se erigió en todo un símbolo de resistencia durante la Guerra Civil, siendo uno de los principales objetivos militares de las tropas nacionales.
En los primeros días de la Batalla del Jarama, entre los días 6 y 7 de febrero de 1937, es rechazado un intento de tomarlo, llegando incluso a los combates cuerpo a cuerpo, y con Ernest Hemingway como testigo de excepción.
La defensa del Puente de Arganda, convertido ya en símbolo de resistencia, iba a perdurar ya para siempre en la memoria del escritor norteamericano y en su obra.
El Puente hoy
El Puente de Arganda se sitúa en las inmediaciones de la Laguna del Campillo, cruzando el río Jarama entre las localidades de Rivas Vaciamadrid y Arganda del Rey. Desde su inauguración se destinó al paso de vehículos, especialmente de mercancías, si bien hoy en día ha quedado en desuso y únicamente se puede acceder a él a pie o en bicicleta.
Tras el conflicto bélico, el puente continuó funcionando hasta 1964 y de hecho por aquí transitaba la antigua carretera de Valencia.
En la actualidad, se puede llegar hasta él desde Arganda por la autovía A3 en sentido Madrid, salida 21A El Soto. A unos 800 metros de la salida desde la autovía, se puede girar a la derecha y estacionar el vehículo para transitar unos 500 metros a pie hasta llegar al Puente. También se puede llegar desde Rivas Vaciamadrid como colofón a un agradable paseo por la zona de El Campillo.
La estructura se encuentra en buen estado de conservación, tanto la zona central como los pasillos peatonales, por lo que es seguro transitar por este antiguo vestigio de gran importancia durante muchos años en esta zona de la región y contemplar desde aquí el cauce del río Jarama.
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Muy buen artículo. Un lugar que merece ser visitado a un paso de Madrid