Cuando se decretó el estado de alarma, Cipri Guillén y Luis Aguilar no dudaron ni un minuto y se ofrecieron a limpiar las calles de forma desinteresada para luchar contra el virus. Tres meses después, estos agricultores argandeños hacen balance de una experiencia particular a la vez que enriquecedora.
Todo comenzó a mediados de marzo, con la declaración del estado de alarma en todo el país a raíz de la expansión del coronavirus. A Cipri Guillén, de la Cooperativa Vinícola de Arganda, y a Luis Aguilar, de Fructum, les faltó tiempo para salir a la calle y ofrecer la desinfección del municipio de manera desinteresada. “Los agricultores siempre tratamos con posibles plagas y tenemos herramientas para tratar estos sistemas”, señala Aguilar.
El Ayuntamiento dio luz verde a su propuesta y se pusieron manos a la obra. Al principio se les asignó la zona de la AR-30, pero con la llegada de la ‘desescalada’, el radio de acción fue aumentando. Además de la vía de circunvalación, los agricultores limpiaban con sus tractores, mediante un sistema de pulverización de agua y lejía, las vías de servicio, el entorno de la Residencia de Mayores, los barrios de La Poveda, el Mirador, los Almendros, la Perlita, el Grillero y los Villares. “Salíamos cuatro días a la semana, unas cinco o seis horas diarias, desde las seis de la mañana hasta mediodía, para interrumpir lo menos posible la circulación”, asegura Guillén.
Los agricultores cuentan a Diario de Arganda que las primeras jornadas fueron difíciles y algo tristes. “Durante los primeros días vimos la tristeza de las calles y del pueblo sin gente, era una ciudad desolada”, según Aguilar. Sin embargo, la gente que se asomaba a los balcones y les agradecía la labor que estaban realizando les dio energías para continuar.
“Ha sido una satisfacción muy grande el haber ayudado al pueblo, una vez más”, recuerda Guillén, como en la época de nevadas con el esparcimiento de sal en el acceso del Hospital y centros de salud. Por su parte, Aguilar también se siente orgulloso de haber colaborado con el municipio y aportar “este granito de arena”.
Estos ‘agricultores con corazón’, se despiden con la ilusión de haber colaborado con el municipio que les vio nacer y haber contribuido a contener la expansión del virus.
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