“Lo que peor llevaba era la soledad que percibía en los pacientes”. Con estas palabras resume Sonia López Rabat, supervisora de paritorio en el Hospital Universitario del Sureste, los duros momentos vividos al inicio de la pandemia de Covid, allá por marzo de 2020, cuando se cumple justamente ahora un año desde que la enfermedad alterara por completo nuestras vidas.
Ella, junto a Jesús Martínez Salazar, jefe de sección de Otorrinolaringología, se encontraban de guardia en Urgencias el 5 de marzo del pasado año, jueves según ellos mismos recuerdan, una fecha grabada a fuego en su memoria que difícilmente podrán olvidar.
Aquel día se personó en el centro sanitario un joven “de unos 30 años” con síntomas leves, “parecidos a los de un catarro fuerte” después de haber pasado unos días en el norte de Italia. Se convertiría, a la postre, en el primer caso de Covid-19 que se registraría en el Hospital Universitario del Sureste.
“Lo que más recuerdo es la sensación de tensión, un poco también de desconocimiento porque era la primera situación de este tipo que estábamos viviendo, aunque estábamos tranquilos”, explica Sonia a Diario de Arganda.
“Había incertidumbre, porque no sabíamos exactamente a lo que nos enfrentábamos, pero los hospitales vamos como 10 o 15 días por delante de la información que tiene la población en general y por aquel entonces ya veíamos que se nos venía encima una muy gorda”, añade Jesús.
Las noticias que llegaban en las semanas previas desde Italia ya hacían presagiar que el virus no tardaría en introducirse en España, aunque ni los más pesimistas podían sospechar que lo haría en la forma en que lo hizo.
“Ya teníamos preparados protocolos de diagnóstico y procedimientos para saber qué hacer cuando llegaran enfermos con Covid”, recuerda Jesús, quien además destaca el comportamiento ejemplar de aquel primer paciente ingresado en el Hospital de Arganda.
“Vino por responsabilidad por su tipo de trabajo, ya que trabajaba de cara al público y entendió que, de confirmarse el positivo, podría contagiar a otras personas. Entró por la puerta de Urgencias y comunicó que había estado en el norte de Italia, se le aisló en una habitación para realizarle el interrogatorio epidemiológico, donde le preguntamos el tipo de contacto que había tenido con el virus, detalles del viaje y los síntomas que tenía. Una vez visto, avisamos al médico que le correspondía y le realizó la parte médica. Y a continuación la enfermera de urgencias le hizo un análisis y la primera prueba PCR, que resultó positiva”, rememora Martínez Salazar.
Una situación desconocida
La dirección del centro sanitario ya había adaptado y habilitado los protocolos para poder actuar ante la inminente llegada de pacientes infectados por coronavirus, aunque el ‘shock’ inicial de aquellos primeros días fue igualmente intenso, tal y como explica Jesús. “Entramos con los EPIS limitados para hablar con el paciente, pero cuando entraron el médico y la enfermera, aquellos eran los primeros EPIS completos que veíamos desde el caso de ébola. La verdad es que había que echarle valor para hacer la PCR o los análisis, pero el personal sanitario respondió de forma espectacular desde el primer momento a pesar de que no sabíamos las consecuencias que podía tener para nuestra propia salud”.
“Aunque todos veíamos día a día las noticias, quizá lo veíamos como algo lejano, teníamos claro que podía saltar a nuestro país, pero en esos primeros momentos de finales de febrero y principios de marzo lo veíamos aún como algo lejano”, detalla Sonia, quien añade que, pese a estar preparados para encajar el golpe, “uno no se puede imaginar nunca todo lo que conlleva esta situación”.
“Somos un hospital pequeño y nos conocemos todos. La noticia del primer caso enseguida corrió por todas partes. Durante las siguientes guardias recuerdo tener que tranquilizar a todo el personal y recalcar que estábamos preparados y teníamos el material y los medios necesarios, porque al principio el miedo te bloquea un poco, pero todo el personal está hecho de otra pasta, y enseguida fuimos aprendiendo día a día, el personal se remangó y se puso en primera línea”, agrega.
La soledad del paciente
Para Sonia, lo más duro de aquellos primeros días era la soledad que rodeaba a los pacientes que, de forma incesante, empezaban a ingresar en el centro sanitario y en la UCI. “Las enfermeras, por el hecho de estar a pie de cama, percibíamos el estado emocional y psicológico de los pacientes, que es igual de importante que el estado físico. Veíamos una situación que nos dolía. Es duro atender a un paciente que está solo, que no puede comunicarse con sus familiares, gente mayor que no tiene tantas habilidades con las nuevas tecnologías. La enfermería se reinventó en parte y, gracias a las donaciones de la ciudadanía, pudimos establecer rondas de videollamadas”. “Cuando llevaban muchos días ingresados y el paciente empezaba a mejorar, era algo muy emotivo, tanto para él como para el personal. Ver sus sonrisas nos daba esa retroalimentación positiva”, señala Sonia.
Ambos, Jesús y Sonia, coinciden en reconocer y ponen en valor la colaboración ciudadana en aquellas difíciles semanas, en forma de donaciones de material, de equipos de protección e incluso de alimentos para sobrellevar la situación. “Aquello fue una forma de arroparnos y de arropar también a los pacientes”, indican. “Estamos muy orgullosos de los ciudadanos de nuestra área, de su apoyo”, subrayan.
Luz al final del túnel
Tras un año de pandemia, la llegada de las vacunas supone empezar a vislumbrar la luz al final del túnel, a pesar de que ambos profesionales insisten en recordar la necesidad de seguir priorizando en la prevención como principal arma contra el virus.
Jesús Martínez reconoce que “la presión en Urgencias ha bajado, hay menos casos en hospitalización, pero el problema son las UVIS. Hay pacientes más graves. Yo no sé si la población es consciente de ello, pero hay que seguir bajando la incidencia acumulada para que se puedan desatascar las UVIS, porque como nos venga ahora una cuarta ola, que seguramente venga después de Semana Santa, podemos tener problemas de nuevo”.
Para Sonia López, la vacunación “es importantes porque es una herramienta que tenemos para frenar el virus, sobre todo para minimizar los casos graves, pero hay que insistir a la población en el hecho de que la transmisión se puede seguir produciendo. Es importantísimo mantener las medidas de distanciamiento, higiene de manos y todas las medidas actuales tienen que seguir vigentes: esa es la primera línea de prevención”.
“Es entendible que haya relajación, nos relajamos todos. Esto psicológicamente es muy duro para toda la población, y también para nosotros. El sufrimiento va por dentro, cumples con tu trabajo, pero los problemas te los llevas a casa y los rumias en casa”, concluye Jesús.
Otras Noticias
El Hospital del Sureste crea un ‘espacio para el recuerdo’ por la Covid-19
El Parque de Bomberos de Arganda pasará de diez a trece funcionarios por turno a partir de enero de 2025
El parque pasará a ser de Zona, la máxima categoría en la región, teniendo dos mandos intermedios en lugar de uno, como ocurre ahora
Así será la nueva zona de estacionamiento regulado en Arganda
Se ampliarán sensiblemente las zonas que se verán afectadas por las restricciones de aparcamiento
Los locales de ocio y hostelería de Arganda podrán extender su horario de cierre durante la Navidad
Podrán extender su horario de cierre en dos horas, desde el 30 de noviembre de 2024 hasta el 6 de enero de 2025
El tejido asociativo de Arganda muestra su solidaridad durante la Feria de Asociaciones
Las asociaciones vecinales de Arganda han reunido fondos para distintas causas solidarias durante el mercadillo de la Feria
El Pleno de Arganda debatirá este miércoles sobre la ordenanza de precios del estacionamiento regulado, el programa de reactivación profesional o la fiscalización del contrato de limpieza
Este miércoles, a partir de las 10:00 horas, se celebra la sesión plenaria ordinaria correspondiente al mes de diciembre
Un oasis para tus celebraciones: descubre la sala-invernadero de La Parrilla de Arganda
La sala ofrece un marco óptimo para acoger cualquier clase de evento por su calidez y singularidad